Ella fue hasta la plaza, buscó el banco, y ubicó al viejo en el banco contiguo. Le pidió que, si algún día alguien se sentaba en el banco vacío, le de una nota, que le entregó. La nota decía:
”Si tan solo supieras todo lo que quise decirte, y no me atreví…”
Regresó a su casa, y a su vida, preguntándose por qué nunca se habían besado. Pasaron ciento cincuenta y dos años. Y ya es imposible saber si olvidaron estos sucesos, o que fue de ellos.
. Cada vez que empiezo a leer el título, me parece que dice 'La métrica de las sonrisas'
ResponderEliminaro.O