lunes, 12 de abril de 2010

De gatos negros y violines rotos, pt.3

Ella fue hasta la plaza, buscó el banco, y ubicó al viejo en el banco contiguo. Le pidió que, si algún día alguien se sentaba en el banco vacío, le de una nota, que le entregó. La nota decía:

”Si tan solo supieras todo lo que quise decirte, y no me atreví…”

Regresó a su casa, y a su vida, preguntándose por qué nunca se habían besado. Pasaron ciento cincuenta y dos años. Y ya es imposible saber si olvidaron estos sucesos, o que fue de ellos.

1 comentario:

  1. . Cada vez que empiezo a leer el título, me parece que dice 'La métrica de las sonrisas'
    o.O

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