miércoles, 1 de junio de 2011

Confesión catártica (y poco estética) de un fumador sincerado.

"Al fin otra noche sin dormir, era lo que faltaba para ver todo en dos dimensiones al asomar la cabeza desde un sexto piso. Todo es una cuestión de perspectiva. Como hace unos días, cuando caminaba por un descampado en Cdad. Evita (no me acuerdo que hacía de vuelta ahí) y por el rincón inferior izquierdo de mi campo visual parpadeó una luciérnaga. Después parpadeé yo, y la luciérnaga era un pedacito de ceniza moribundo que el viento le robo a mi pucho; y el descampado era un estacionamiento en Once.
Estos hilos de pensamiento serían una redundancia cíclica si no fuera por la velocidad. La velocidad le da sentido a estas cosas; siempre que se puede hay que dejar que algún par de ruedas (cualquiera, las que se tengan a mano) giren hasta que la gravedad sea horizontal y todo cambie de perspectiva, anestesiado porque el mundo pasa tan rápido que (al fin) no se puede leer. No hay que apoyar la cabeza contra el vidrio, no, hay que dejar que las válvulas que mantienen una presión constante en el cerebro sirvan para algo.
Quizá, si se alcanza la velocidad adecuada (qué es relativa, pero es indicada por la perdida de la percepción sensorial empírica) y se traspase (horizontalmente) la línea de algún fondo (que será relativo), se logre llegar a esa bocanada de humo en la que la vida tose y se ríe y se replantea constantemente la idea de pegarse un tiro porque para Navidad quería un nuevo Woodstock, y solo recibió un par de medias y este surrealismo barato (sí, ya sé, esa metáfora es vieja).
Eso me deja pensando, pero parpadeo y vuelvo al bondi, mis manos se quejan de que hace mucho que no abrazo a nadie, y mi billetera se queja de que piense boludeces. Pasa un tiempo incalculable, porque en ésta época del año el tiempo se mide en atados, y en los colectivos pegaron carteles que dicen “Prohibido-calcular-el-tiempo”.
Igual gracias a uno de esos mecanismos inexplicables (creo que le dicen “lógica”), llego bien. Mientras bajaba se me ocurrió hacer otra de esas biblias con ese estilo de ternura apocalíptica, pero parpadeo y me distrae algo mucho más urgente: mi mano se llenó de pedacitos de pintura resquebrajada, moho y telarañas abandonadas.
Y si de golpe uno se encuentra fumando solo en una calle adoquinada, es absolutamente inevitable el dedicarle al menos una pitada a apreciar el hecho de que se está solo. Está bien, todo es una cuestión de perspectiva, todo se verá como a uno se le cante, si se logra dominar el subconsciente (que en realidad es otra cosa), pero en ese caso realmente solo hay un (1) cuerpo, acompañado de un (1) cigarrillo. Y quedan solos porque lo que sea que debería estar dentro parpadeó y se fue volando con el humo. Infinitos atados después, el cuerpo da un paso (a contratiempo) y el hechizo se rompe.
Metiendo la llave en la cerradura, se regresa al tema de la soledad. Lo admito, tengo la mala costumbre de no usar las acciones cotidianas para expresar aquello qué es más fácil expresar con las acciones cotidianas. Y pienso en T O D O S y T O D A S, que fui un imbécil y un desconsiderado al quedarme callado cuando estábamos juntos, y que sigo siéndolo ahora, mientras creo que dedicarles la más lujosa de las habitaciones para huéspedes de un castillo imaginario tendrá sentido. O quizá no es un homenaje tan pobre después de todo, si todo es una cuestión de perspectiva…
Doy la última pitada, parpadeo, y mientras intento embocar el pucho por la parte más espesa del humo, le pido que les lleve un pedacito de mi alma para que los abrace (ya sea que nos conozcamos de otras vidas, o si apenas hablamos durante medio atado).
Otra noche sin dormir, y lo irónico es que me acuerdo menos de la última vigilia que del último sueño. La redundancia redundante de la redundancia."

3 comentarios:

  1. Maku "El Manguera" Conejeros1 de junio de 2011, 18:36

    Me identifico mucho lo que escribiste sobre el tema de la soledad al abrir la puerta de casa. Es como si la realidad te pateara el pecho de lleno .__.



    P.D.: Tenemos que escribir los 10 Mandamiento L.U.R.F.eros

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  2. . El otro día que volvía a casa -para al poco tiempo tener que salir de nuevo- apoyé la cabeza contra el vidrio ):
    La situación lo ameritaba, o mi orgullo no me permitía otra cosa, de cualquier manera fue molesto e improductivo.
    (oh! Pero qué relevante mi comentario!)


    Fio pasión(L)

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  3. Qué en vano aquello de las perspectivas. Pobre Tiresias cansado de estos menesteres y de la ambigüedad de las cosas.
    Y qué crueldad; quién pudiera saltear la introducción de un perspectivismo lastimoso y esquivo, y dejarse enceguecer por una verdad que asome límpida, tibia, única...

    Quién pudiera ser Tiresias esta noche.

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