lunes, 26 de diciembre de 2011

"- Señor, la traición es el delito más triste. Aunque fracase, su veneno penetra muy hondo. Antes de morir, sir Accolon confesó su culpa y juró que tú eras inocente... tú, mi amigo y mi hermano. Pero la inocencia no es un antídoto. Sé que rehusaste conspirar contra mí, pero cómo olvidar que sabías que existía una conspiración. Nada me cuesta perdonarte, pues no ignoro que mi hermana también intentó matarte a ti. Trataré de no quitarte mi confianza... ¿pero es posible enmendar la confianza deteriorada? Lo ignoro. En cuanto a tu hijo y sobrino mío, sir Ewain, no puedo olvidar que lo alimentó un pecho ponzoñoso. Las manos que modelaron su juventud engarzaron joyas para mi muerte. La suspicacia es algo nauseabundo. Ewain debe abandonar esta corte. No tengo tiempo para vigilarlo y recelar aún de los actos más inocentes.
- Te comprendo - dijo sir Uryens -. Si se te ocurre un modo de poner a prueba mi lealtad, estoy dispuesto.
- Despide a tu hijo - dijo Arturo.
Ewain aceptó el destierro.
- Solo hay un modo de dar fe de mí mismo - declaró. Saldré a la aventura y dejaré que mis actos hablen por mí. Las palabras pueden ser traicioneras, pero los actos son irrecusables.
Su primo y amigo, sir Gawain, no era tan paciente.
- Quien te destierra a ti me destierra a mí - dijo -. Iré contigo. Esto es una injusticia.
Y Arturo, al ver que dos buenos y jóvenes caballeros se preparaban para una prolongada travesía, dijo cavilosamente:
- Cuando tenía a Merlin, no sospechaba de nadie. Él todo lo sabía y me salvaba de la incertidumbre. Ojala volviese a tenerlo conmigo. - Luego recordó las profecías de Merlin respecto a Ginebra y dudó de su interés en conocer el futuro. - Con el conocimiento no hay esperanzas - dijo -. Sin esperanzas permanecería inmóvil, herrumbrándome como una armadura en desuso."

Fragmento de "Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros",
versión de John Steinbeck.

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